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10 preguntas frente a Delta

Por Carol Perelman

@carol_perelman

Hoy son más las preguntas que las respuestas, pero haré lo posible por encaminar las conversaciones según la evidencia científica que tenemos al 5 de agosto de 2021, a medio repunte de la epidemia en México y con más de 20 mil casos positivos reportados.


Es importante recordar algunos puntos que requieren mayor claridad y aclarar otros que han cambiado ante el escenario de la variante Delta.


Espero cubrir las dudas más frecuentes y me basaré en las que recibo diariamente, con la idea de proveer de más herramientas para tomar mejores decisiones y procurar la máxima seguridad.


A tí que hoy me lees, te pido que no seas sólo lector pasivo, sino te conviertas en portador de este mensaje para replicar más certidumbre y menos coronavirus; conviértete en una especie de embajador, con la idea de blindar tu círculo de confianza, hacer Tikun Olam (frase en hebreo que significa “reparar el mundo” / N. de la R.) con información que, en este momento tan crítico, podría evitar una estadística más.


Empecemos:

1. ¿Cómo sé si tengo COVID-19 por la variante Delta u otra?

La única forma de saber qué variante tienes es con una secuenciación genómica del virus, una técnica que se utiliza solamente para investigación. Saber qué variante tienes no es una prueba de rutina en los laboratorios, ya que no cambia en nada la forma de atender a los pacientes. Es información científica importante para comprender la dinámica de la pandemia, y por eso los países dan seguimiento a estas variantes reportándolas en bases de datos internacionales, pero a nivel personal no tiene mayor relevancia.


2. ¿En qué se diferencia COVID-19 por Delta que por otras variantes?

Según reportes médicos, los síntomas de COVID-19 con Delta son un poco distintos. Ahora es menos frecuente la pérdida de olfato y más frecuentes los cuadros con estornudos, tos y escurrimiento nasal, pero sigue siendo muy similar la evolución de la enfermedad. Hay que monitorear los niveles de oxigenación con el oxímetro, que no bajen de 92-90 por ciento, y no automedicarse.


3. ¿Por qué la gente está preocupada por Delta; es más agresiva?

Sabemos que la variante Delta es mucho más contagiosa que el virus original salido de Wuhan. Con el virus original, una persona contagiaba en promedio a una o dos personas, por lo cual vimos la expansión de la pandemia de forma exponencial: una persona contagiando a dos, dos a cuatro, cuatro a ocho y ocho a dieciséis.


Sin embargo, con el tiempo el virus ha acumulado ciertas mutaciones en su genoma, cambios en su material genético que le han dado la habilidad de infectar con mayor facilidad. Esto ha hecho que alguien con la variante Delta contagie a entre ocho a nueve personas.


El Centro de Control de Enfermedades (CDC) lo describió tan contagioso como el virus de la varicela. Esta particularidad de Delta hace que muchas personas se contagien muy rápido y por eso vemos la subida estrepitosa en las gráficas en poco tiempo, como lo vimos en India y Gran Bretaña. Si es más agresiva Delta, es aún difícil de saber, porque la mayoría de los estudios aún no son conclusivos.


4. ¿En qué es diferente esta ola a la anterior?

Durante la ola que vivimos en invierno, la población hospitalizada era de mayor edad que ahora. Y no es que el virus ataque más a los jóvenes, sino que los mayores de edad están ya protegidos por haber recibido sus dos dosis de vacunas. Ya no son el grupo susceptible. Hoy son los jóvenes quienes han bajado la guardia y, al no estar aún vacunados o con solamente una dosis, son quienes se contagian más.


5. ¿Es cierto que los jóvenes tienen menos riesgo frente a COVID-19?

Los jóvenes tienen menos riesgo que los mayores de 60 años, pero su riesgo no es cero, solamente es menor. Además de que muchos jóvenes tienen ciertos factores considerados comorbilidades frente a la COVID-19, como diabetes, hipertensión y sobrepeso, que pueden hacer que su prognosis no sea tan favorable.


Así, es fundamental que puedan vacunarse con esquemas completos y seguir con el uso del cubrebocas, para evitar que se contagien. Al vacunarse, los jóvenes protegen a los mayores de edad que posiblemente no crearon una respuesta inmunológica tan robusta luego de la vacuna.

Hoy, muchos jóvenes se están enfermando con cuadros complicados y son precisamente los que están entre los 20 y 39 años quienes aumentan su proporción en los hospitales. Antes eran al 15 por ciento y ahora representan a uno de cada tres hospitalizados.


Además, es importante recordar que aunque algunos jóvenes tengan enfermedad más leve, tienen el mismo riesgo de tener secuelas post COVID semanas o meses después de su infección aguda.


6. ¿Es cierto que las personas vacunadas se están contagiando?

Las vacunas no evitan que una persona se infecte con el virus. Lo que evitan es que las personas vacunadas enfermen de gravedad. Las vacunas minimizan el riesgo de hospitalización y muerte por la COVID-19.


Según datos de los CDC, de los 164 millones de estadunidenses vacunados se han reportado 125 mil casos de COVID-19, es decir 0.077 por ciento de infecciones post vacuna, de las cuales 6 mil 239 requirieron hospitalización, lo cual corresponde a un 0.004 por ciento y 1,263 fallecieron (0.001 por ciento). Si recordamos los números que se manejaban antes de las vacunas, el 20 por ciento de las personas con COVID-19 requería atención médica y entre uno y dos por ciento fallecía. Esto sigue así para los no vacunados, pero ahora para los vacunados la letalidad disminuyó a 0.001 por ciento.


7. Entonces ¿para qué el cubrebocas?

Porque las vacunas no hacen el trabajo solas. Nada es 100 por ciento. Hay que hacer un conjunto de esfuerzos para minimizar los riesgos. Las vacunas evitan la enfermedad grave, pero los cubrebocas evitan la infección. Esto es importante.


Sabemos que el virus se propaga principalmente por el aire, como un humo transparente con partículas virales suspendidas, similar al humo de cigarro, pero sin color ni olor. Este “humo" puede quedar suspendido por horas en los ambientes donde estuvieron personas con COVID-19. Por eso el cubrebocas es nuestra mejor herramienta para evitar inhalar virus que pudiera estar flotando en algún espacio.


Al respirar o hablar podemos estar sacando virus sin saberlo… Recordemos que la mayoría de los contagios se dan cuando las personas son preasintomáticas o asintomáticas, es decir no se sienten mal.


Hoy sabemos que la COVID-19 es una enfermedad que sí podemos prevenir si abrimos ventanas, ventilamos, tratamos de no estar con más personas y convivimos sólo con quienes vivimos; nos vacunamos con las dosis completas y usamos cubrebocas.


Debemos cuidar el aire que respiramos, porque es por ese medio que se contagia, principalmente, el virus.


8. ¿Qué cubrebocas es mejor?

El mejor es el que puedas usar correctamente por mucho tiempo; que te quede cómodo y bien ajustado, sin dejar espacios entre la tela y tu piel, para que ese “humo transparente” llamado aerosol, no entre por esos espacios).


De preferencia, tratar de que sea un KN95 o N95, sin válvula, pero uno de triple capa de tela o quirúrgico puede funcionar bien si no estás en espacios de alto contacto. Es importante que los niños mayores de dos años también lo utilicen, como recomienda la Academia Americana de Pediatría. Los menores son parte de la solución a la pandemia y debemos incluirlos en el esfuerzo. Deben aprender a cuidarse.


9. ¿Puedo ponerme una tercera dosis de vacuna?

Por el momento no hay evidencia científica para hacer esta recomendación. Solamente las personas con inmunosupresión o alguna condición médica que los ponga en mayor riesgo deberían considerarla.


Las personas que se han vacunado ya con esquemas completos siguen protegidas para lo más importante, que son las complicaciones y muerte por la COVID-19. Esta información puede cambiar y por eso debemos estar atentos. Por lo pronto, es importante no acumular vacunas y siempre consultar al médico.


10. La niñez ¿debe regresar a la escuela?

No hay duda de que el mejor espacio para el desarrollo intelectual, emocional y social adecuado de los menores es la escuela. Incluso, varios países han mostrado que si siguen los protocolos adecuados, las escuelas no son entornos donde sucedan contagios.


Los contagios se dan en casa, pero dentro de los colegios no suceden brotes gracias a las medidas de mitigación establecidas. Sin embargo, los colegios pueden garantizar la seguridad de todos los miembros de la comunidad no sólo por seguir los lineamientos establecidos, sino cuando la pandemia a nivel local está controlada.


Cuando los contagios comunitarios son altos (los CDC proponen como indicador la positividad de pruebas de la COVID-19 y los casos relativos a la población), aumenta el riesgo en las escuelas, ya que no son ajenas a las comunidades donde están.


En México, en este momento es importante repensar la tan ansiada apertura y valorar cuándo es el mejor momento para hacerlo con seguridad.


Una nota final

Hoy todos sabemos “cómo cuidarnos”. Sin embargo, evidentemente no ha sido suficiente porque vemos cómo, al menos uno de cada mil mexicanos tiene COVID-19, así que te invito a reforzar lo que ya sabemos hacer. No es momento de flaquear.


La pandemia terminará, pero aún falta. Falta que más personas se vacunen y lo hagan más rápido. Seguimos en esta carrera contra el virus y durante la travesía queremos evitar que surjan más variantes que, de nuevo, nos cambien la “jugada”.


Por ello, es fundamental que entre todos le pongamos una barrera de inmunidad con las vacunas, una barrera física con los cubrebocas, y una barrera infinita abriendo ventanas para que se esparza por el aire y no encuentre a quién contagiar.


Esto es labor tuya, de todos. Dejemos de ser egoístas. Tenemos que aprender a coexistir con el virus y seguir nuestras medidas de higiene para dejar de ser corresponsables de esta perpetua cadena de transmisión.


Todas las estrategias de mitigación tienen costos y beneficios. Nadie quiere economías cerradas y niños en casa. De todas las estrategias, el uso del cubrebocas tiene el menor costo, con el mayor beneficio. Úsalo correctamente y da el ejemplo.


No hay que ver el cubrebocas como castigo, sino como nuestro aliado y la mejor herramienta de combate.



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