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Redacción Laura**
La fuerza laboral femenina experimentó un crecimiento significativo en el segundo trimestre de este año, con 200,000 mujeres incorporándose a la población activa, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Esta alza llevó la tasa de participación laboral femenina del 45.9% al 46.1%, aproximándose al pico histórico de 46.2% alcanzado a fines de 2022.
Sin embargo, hay sombras en estas cifras. Del total de mujeres que encontraron empleo en este período, siete de cada diez se ubicaron en el sector informal. A nivel general, de las 85,235 personas que se integraron al mercado laboral entre el primer y segundo trimestre, el empleo formal disminuyó en 55,371 plazas, mientras que la informalidad se disparó. El contraste con la ocupación masculina es notorio: este sector perdió 170,000 puestos de trabajo, dejando un aumento neto de sólo 29,864 empleos creados en el trimestre.
Las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestran que el 71% de las mujeres que se incorporaron al mercado laboral lo hicieron en trabajos informales, llevando la tasa de informalidad laboral femenina al 55.9%. Esta cifra es 1.3 puntos porcentuales mayor que la tasa masculina.
Además, el empleo por cuenta propia y el no remunerado impulsaron la incorporación de individuos al mercado laboral, compensando pérdidas en otros sectores. Sin embargo, esta expansión laboral vino acompañada de un aumento en el desempleo, que pasó del 2.6% al 2.8%.
En una nota positiva, se observó una disminución de 776,115 en el número de personas que trabajan más de 48 horas a la semana, el límite legal. No obstante, 15 millones de trabajadores todavía se encuentran en esta situación. Contrariamente, la subocupación —trabajadores que quisieran y necesitan trabajar más horas de las que su empleo les ofrece— creció con 442,468 nuevos casos. Esto elevó la tasa de subocupación del 7.2% al 8.0%, implicando que 4.6 millones de trabajadores están en esta situación.
Este panorama refleja un mercado laboral con desafíos significativos en México, con una creciente brecha entre el empleo formal e informal y con la necesidad de abordar problemas estructurales para garantizar empleos de calidad y sostenibles.
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