Redactor: Laura
Daniel Noboa, joven empresario y representante de la corriente política que ha detentado el poder en Ecuador desde 2021, ha sido declarado vencedor de las elecciones presidenciales anticipadas, obteniendo el 52 por ciento de los votos. Luisa González, respaldada por el exmandatario Rafael Correa y su movimiento correísta, obtuvo el 47.9 por ciento de las preferencias.
El ambiente electoral estuvo marcado por una inestabilidad sin precedentes y una aguda crisis de seguridad. Estas elecciones, que se llevaron a cabo año y medio antes de lo previsto, son el resultado de la decisión del actual presidente, Guillermo Lasso, de disolver el Congreso. En respuesta al triunfo de Noboa, Lasso felicitó al futuro mandatario a través de un mensaje en redes sociales: "Mi felicitación por haber aspirado a servir a los ecuatorianos desde el sitial más alto al que puede aspirar un ciudadano. Hoy nuestro país te ha dado la confianza de dirigirlo, un altísimo honor sobre el que deseo tengas el mayor de los éxitos".
El resultado anticipa la continuación de la política neoliberal que ha dominado desde 2017, bajo la administración de Lenín Moreno, con acusaciones persistentes de corrupción en altos niveles de gobierno, reducción del papel del Estado en la economía y un acercamiento con Washington. Dicha dirección política ha sido objeto de críticas y es considerada responsable de la inestabilidad política y el aumento en la violencia delictiva en el país.
Las elecciones se celebraron en el marco de un intento de juicio político contra Lasso, acusado de corrupción y conspiración, que involucra malversación de fondos públicos y conexiones con el narcotráfico. Frente a esto, Lasso optó por disolver el Congreso y acortar su mandato, llevando al país a estos comicios anticipados.
Dada la trayectoria de Moreno, que cambió significativamente su enfoque político tras su elección, surgen interrogantes sobre la capacidad de Noboa para abordar y resolver la creciente crisis de seguridad y el deterioro institucional que vive Ecuador.
El movimiento correísta y la Revolución Ciudadana, con dos derrotas electorales consecutivas, se enfrentan al reto de reinventarse para ser una alternativa política sólida en futuras elecciones.
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