Alejandro "Alito" Moreno, actual presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha realizado un controvertido cambio en los estatutos del partido para asegurar su permanencia en la dirigencia hasta el año 2032. Esta decisión ha generado una ola de críticas y oposición dentro de la militancia priista.
El pasado domingo, en una reunión a puerta cerrada en el Pepsi Center de Ciudad de México, el PRI aprobó los cambios necesarios en sus estatutos para permitir la reelección de su presidente. Este evento se realizó en medio de fuertes críticas por parte de destacados miembros del partido, como Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes y Dulce María Sauri. Estos líderes, junto con otros militantes, habían exigido la separación de Moreno debido a la crisis interna que atraviesa el partido.
La asamblea fue tensa. Muchos de los críticos quedaron fuera del recinto, mientras que los pocos que lograron ingresar fueron relegados a los asientos más alejados. Al final de la lectura de las enmiendas, algunos asistentes comenzaron a gritar «¡no reelección!», pero fueron acallados rápidamente por los seguidores de Alito, que coreaban su nombre. Moreno, en respuesta, se burló de sus opositores, calificándolos de «cínicos» y «lacayos».
Bajo el liderazgo de Alito Moreno, el PRI ha visto una significativa disminución en su poder político. Tras las elecciones del 2 de junio, el partido solo mantiene el control de dos estados, Durango y Coahuila. Además, su representación en el Congreso ha disminuido considerablemente, volviéndose casi marginal. La constante desbandada de militantes y las expulsiones internas, como la de Alfredo Del Mazo, han debilitado aún más la estructura del partido.
Las reacciones dentro del PRI y en el ámbito político mexicano han sido mixtas. Mientras que algunos apoyan la continuidad de Moreno, otros ven en su reelección un acto desesperado que podría sellar el destino del partido. La capacidad de Alito para unificar al partido y revertir su declive será crucial en los próximos años.
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