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El “soy compañere” que explotó en las redes

Mi poesía nace como un grito interior

insostenible desde mi abismo,

que quiere volver a ser lenguaje,

mejor dicho, transformarse en lenguaje.

Mi poesía camina por enlaces alusivos

y lleva en un campo que casi no tiene

más vínculos con la explicación lógica o contextual.

Natasha Sardzoska, en Revista Poémame


Por José Manuel Rueda Smithers


Apenas han pasado unos días de que durante una clase virtual se dio una explosión en el ánimo de Andra, o Andre, como algunos medios la identifican, y las redes sociales, los medios tradicionales y las pláticas cotidianas reventaron en torno del tema, por el uso que hizo de un concepto que, para ella, representa defender su individualidad.


Sin profundizar, lo primero en ser evidente es tan serio como el bullying que ha enfrentado, y ahora más ante un bombardeo mediático al que se ha expuesto en su vida cotidiana por sus preferencias personales, muy respetables.


Acto seguido, Andra, o Andre, además de explicar su postura, hizo ver algunos de los conceptos que le llevaron a vivir lo que muchos llaman el breakdown, que ha recorrido el mundo por días y por todos los medios posibles.


Hay que mostrarle todo el apoyo posible, y no se trata de ser compasivo, sino de atender los recursos informativos a la mano para que siga adelante con su vida sin mayor problema.


Esto lleva a un segundo punto para la Cultura Impar, en torno de lo mismo que seguirá dando vueltas en la opinión pública.


Utilizó el concepto de “SOY COMPAÑERE”, no compañera, al reclamar a otro alumno la manera en que se dirigía a su persona. Aunque fue a través de una explosión psicológica, el punto se quedó en el concepto usado.


Ahí se desataron todos los debates -negativos y positivos- respecto de este uso del ahora llamado lenguaje inclusivo, para referirse a las nuevas formas de comunicación que en plena tercera decena del siglo XXI, ahora marca líneas en las interrelaciones individuales y colectivas. Hay quienes lo llaman lenguaje binario.


Primero, una actualización de los conceptos: En materia de tecnología, el lenguaje binario se creó con la explicita función de establecer un nexo comunicativo entre el hombre y la máquina; es decir, la computadora, pero eso ha evolucionado de manera muy rápida en la sociedad moderna, sin importar el país del que se trate.


Entonces ¿qué es el lenguaje binario actualmente?


Desde algunas ramas de la ciencia, se puede tomar la sexualidad como un espectro amplio en el que existe diversidad respecto a lo que se puede ser o de identificarse con algo. Es una perspectiva en la que solo hay dos formas para clasificar a la gente, lo masculino y lo femenino, hombres y mujeres, ignorando o eliminando lugar a lo que no pueda encasillarse en esa bifurcación, bi, dos.


Los expertos señalan que en esta perspectiva, los intersexuales y personas trans quedarían excluidos por completo de alguna categoría.


Por supuesto que estos conceptos se hacen viejos y debemos aprender a identificar las nuevas formas de expresión que -sobre todo los jóvenes- marcan para interrelacionarse y hacer públicas sus ideas.


Ahora es el lenguaje incluyente el que busca utilizar la ‘e’ para referirnos a personas no binarias. En algunas partes del mundo se busca orientar el uso de palabras neutras y hacer frente a la generalización masculina y al binarismo.


Sólo por acudir a uno de los gigantes de la Comunicación, Noam Chomsky, el lingüista, escritor, filósofo y estructuralista norteamericano que marcó, en 1957, lo que conocemos como “gramática generativa”, que no es otra cosa que entender los cambios de las formas de hablar en cualquier idioma, los cuales se dan de acuerdo con los propios tiempos.


Lo que hizo fue quitar los miedos sociales, los muros radicales, para entender que, con el tiempo, las formas de comunicarnos evolucionan y se adecuan a los usos marcados por la comunicación de las mayorías. Obvio, esto no se da de la noche a la mañana, sino cambia poco a poco.


El lenguaje se amolda a los tiempos y a las nuevas formas de hablar y de escribir.


Nada más para intentar sintetizar, las sociedades manejan un pensamiento simbólico y se da a entender conforme se hace común. Se aplica y punto.


Esto es, la simple idea de “soy compañere” aún dará muchas letras, pero la línea se soltó y los análisis llegarán desde todas las trincheras de la cultura que nos va marcando. Si pega o no, es otra cuestión. Mientras tanto, hay que entenderles.



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