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Hanal Pixan: Invitación a convivir con las almas que marcaron nuestras vidas

Por Fernando Castro Borges



Esta semana nos preparamos para celebrar una de las festividades más importantes de nuestro país: el día de muertos. En México lo conmemoramos y eso ha dado identidad a un nacionalismo que enorgullece y es admirado por todo el mundo.


Sin embargo, en cada región, estado, municipio y etnia se celebra a los muertos de manera muy peculiar; se honra esta festividad como una fusión de la cultura prehispánica y la tradición católica y todos los años, a principios de noviembre, los hogares honran a quienes ya no están, a los parientes y amigos fallecidos.


En la Península de Yucatán, el Hanal Pixán o comida de las ánimas es una tradición que se vive intensamente en la zona maya.


Para llevar a cabo el Hanal Pixan se debe iniciar con varios días de antelación. Se bordan manteles, se cuecen los trastes de barro que se utilizaran, se preparan el mukbi y el pibipollo (auténticos alimentos para el ritual en las ofrendas)… Todo debe estar dispuesto en las casas mayas, todo limpio, ya que se tiene la creencia de que si falta algo las almas lo harán, lo cual sería una grave descortesía para los invitados trascendentales a esta fiesta.


Se construye un altar, en niveles, el cual va más allá de sólo poner una mesa con ofrendas dedicada a los difuntos. La estructura se hace con ramas de X'coloché y cuatro horquillas de madera, ya que no se pueden usar alambre ni clavos; para recibirlos, se elabora un camino de flores amarillas llamada X'pujuk y se colocan velas debajo de los árboles. El altar de la cultura maya está dispuesto para recibir a los niños, a los adultos y a las almas solas.


En el altar se contempla cada elemento que lo compone. El de los niños se representa con un mantel blanco, bordado de colores, al igual que las velas; las flores de San Diego no deben faltar, como tampoco las fotografías y juguetes del difunto; chocolate, pan de dulce y atole; el pib deleitará a estas almas infantiles que también disfrutarán el dulce de pepitas y la fruta de temporada.


El nivel destinado a los adultos es adornado con un mantel blanco con bordados del mismo color, velas de color gris y negro; igual que al de los niños, se le pone el pibipollo, el atole servido en jícara, el balché (bebida ceremonial de origen prehispánico) y cigarros.


Al alma sola, esto es la de quien no tiene familiares, se le destina un espacio más modesto en un rincón de la casa.


En cada altar debe haber agua y sal (inicio y fin de vida); en lo más alto, una cruz, que en esta celebración tiene una importancia relevante de identidad y fue la que se representó en la Guerra de Castas, por lo que la gente viste en estos días con un hipil, expresión propia de la península.


Uno de los elementos que se han ido incorporando en esta tradición es la música, por lo que se hace presente el Maya Pax.


Con la comida de las ánimas, la península recuerda a sus difuntos. Es una expresión cultural que se conmemora con respeto y alegría el recordar a los familiares, que en esencia continúan siendo parte de la familia, de la comunidad, porque no se van del todo y son motivo de unión y orgullo mayas.


El Hanal Pixan es tradición viva. Los próximos días serán de profundo respeto. Recordaremos a quienes fueron cercanos a nosotros. Han sido tiempos de gran dolor y de pérdidas irreparables, donde invitaremos a los grandes ausentes a sentirnos nuevamente juntos, aunque sea en una cena de gran cariño dedicada a las almas que marcaron nuestras vidas.


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