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Hay que cuidar la salud mental laboral en el país


Por Antonio Horacio Gamboa Chabbán.

 

La salud mental de los trabajadores y de los empresarios está amenazada por las condiciones económicas y de aislamiento que viven a partir de la contingencia sanitaria para enfrentar la pandemia de la COVID19.


Hasta febrero, la actividad económica del país reflejaba una realidad que, si bien no era del todo alentadora, mostraba movilidad, había negocios, trabajo, empresas y salud.


Esa “normalidad” se modificó rápidamente y pretendemos que nuestra visión se mantenga ecuánime frente a la cantidad de información desordenada que nos llega vía redes sociales, noticias, la Internet, comentarios de amigos y conocidos.


La realidad de la información objetiva dista mucho de lo que representan hechos y juicios de valor realizados por el Presidente de la República, por las autoridades sanitarias, gobernadores, políticos, empresarios, trabajadores y un largo etcétera. ¡Demasiada información y desinformación es la que nos llega!


Pero lo que sí es real y vivimos cada uno de nosotros es una economía familiar donde los recursos se agotan, sin posibilidad de generarlos, por lo que, en algún momento, nuestras buenas intenciones de seguir en aislamiento se terminarán, porque deberemos conseguir dinero para alimentar a nuestras familias y atender problemas de salud básicos, más allá de la COVID-19.


Esa realidad que vivimos es alarmante, considerando que no en todos los casos salir a la calle a trabajar nos dará la respuesta buscada, ya sea porque hoy en día nadie se interesa en nuestras habilidades o, peor aún, no hay empresas o personas con capacidad de pago suficiente para solventar un servicio y adquirir un bien.


Por otro lado, salir a la calle tiene implicaciones de alta irresponsabilidad, al no saber si uno es portador asintomático de la COVID-19 y puede contagiar a otras personas. O, por el contrario, si uno puede ser contagiado.


En cada estado se han adoptado medidas diversas en torno a la COVID-19. Transparencia Mexicana publicó el 7 de abril un análisis de seguimiento a “los planes, fondos, programas y acciones para enfrentar a la COVID-19 y sus efectos económicos en las 32 entidades federativas y el Gobierno Federal”.


Un aspecto que facilitaría adoptar las mejores decisiones de prevención, contención y seguimiento, sería contar con un mecanismo de registro estricto del padecimiento a partir de la inmediatez de los centros de salud en el país, con criterios idénticos y visible a la ciudadanía, pero ni pensar en una plataforma así cuando hay tantas limitaciones.


Además, los criterios para capturar información no son uniformes, porque cada centro de salud, clínica y hospital tiene sus propios parámetros para considerar que una persona ha sido atendida por COVID19 en sus instalaciones.


Por otra parte, las autoridades de salud no tienen la infraestructura adecuada para enfrentar la pandemia y cualquier esfuerzo realizado puede ser insuficiente ante el comportamiento del padecimiento en sociedades similares.


Durante los primeros días de abril, la sociedad se encontraba ya con algunos días de aislamiento, con empresas detenidas total o parcialmente y otras en funciones al estar autorizadas por el Gobierno Federal por ser su actividad preponderante en algún giro esencial para el dinamismo económico fundamental para mantener condiciones de supervivencia mínimas.


De conformidad con el Acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 31 de marzo, entre las actividades esenciales están las relacionadas a los servicios médicos y su abastecimiento.


Asimismo, toda aquella actividad que garantice el suministro de bienes y servicios, como gasolinerías, gas, generación y distribución de agua potable; industrias de alimentos, como mercados, supermercados, tiendas de autoservicio, abarrotes y venta de alimentos preparados; producción agrícola, pesquera y pecuaria; agroindustria y toda actividad relacionada con garantizar la alimentación de la población.


Para mantener la salud mental de los trabajadores de esos centros laborales, EVIDENS pone a su disposición paquetes de servicios para que los trabajadores mantengan su estabilidad emocional, buenas relaciones con sus subalternos y superiores; puedan evitar episodios de estrés, violencia laboral, violencia contra las mujeres, acoso y hostigamiento laboral.


Cabe destacar que si éstas y otras implicaciones pueden ser parte de los riesgos psicosociales en el trabajo en condiciones regulares de operación, se darán más en condiciones extremas, como la cuarentena que vivimos.


EVIDENS mantendrá abiertas sus líneas de comunicación con sus clientes y usuarios que decidan acercarse para establecer mecanismos de prevención y ayuda para solucionar los riesgos psicosociales que se pueden presentar en las organizaciones productivas del país.


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