(Tercera y última)
CULTURA IMPAR
José Manuel Rueda Smithers
De pronto hay alguien que te mira cara a cara, y te escucha, y no te juzga, y no te reprocha nada, y sólo (¡sólo!, como si eso no fuese el mundo entero) te dice: te entiendo y te abrazo, no estás sola, ahora también tienes mi pecho.
Ana Bolena, en su twitter
Como bien han retroalimentado algunos amables lectores, la inclusión es una parte de esa cultura que se debe enseñar desde los cimientos de la familia. Pero al parecer algo va fallando en ese asunto.
Es hasta que se vive en carne propia que abrimos los ojos y buscamos respuestas. Sin importar el tema, hay muchas variantes que a final de cuentas abren la mente a una realidad que se creía lejana (quien sabe si impropia), y muy subjetiva.
Leyendo una nota de la académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Angélica Juárez Loya, explica perfecto gran parte del problema de la sociedad actual, que lo padece más allá de regiones, horarios o estatus socioeconómico.
En un boletín de la propia Universidad Nacional, la académica subraya que “los estigmas hacia la llamada “generación z” aumentan en los últimos años, lo que propicia trastornos como depresión, ansiedad y perturbación de impulsividad que se manifiesta en el consumo de drogas y riesgo al suicidio. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indican que de 4 a 7 por ciento de los adolescentes reportan ideación suicida.
HYPERLINK "https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/multimedia/WAV220801/891(1).jpg"Violencia, soledad, consumo de sustancias como drogas, alcohol y tabaco, son factores de riesgo: Angélica Juárez Loya”.
Y sí, lo que se va presentando es un desfase en el entendimiento sobre lo que viven los jóvenes ahora, que les orilla al aislamiento, la autocompasión y la falta de motivos (que para los expertos psicólogos, no es igual que desmotivación) para crecer como personas. Y por supuesto, que está el lado opuesto, que son quienes buscan en el desenfreno, ese escape a su propio ser.
Aterrizando de nuevo en la inclusión, y para dar un ejemplo rápido, común (casi todas las familias del mundo lo viven a diario), la Cultura Impar retoma de manera breve un texto del portal RelevanteMx, bajo el título “Obesidad, y su estigma social”. Wow eso es contundente, sin duda.
Menciona que México es uno de los países con mayor prevalencia de obesidad, en 7 de cada 10 adultos. Esta condición genera consecuencias fisiológicas más allá de lo social, a partir del estigma y la discriminación por la imagen corporal de las personas.
“La Revista Española de Nutrición Humana y Dietética de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas, consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), destaca que “la estigmatización de la obesidad consiste en la devaluación que se hace a una persona por el tamaño y volumen de su cuerpo. Esta depreciación parece surgir de la creencia social que sostiene que la obesidad es una enfermedad provocada por la o el individuo, atribuyéndole una responsabilidad unipersonal, y no atendiendo a los múltiples factores que la ocasionan (factores genéticos, ambientales, psicológicos, endocrinos, neurales, políticos, económicos y de estilo de vida)”.
Independientemente de si debe ser atendido como un problema de salud pública que vulnera los derechos humanos y sociales, sí es un obstáculo en el tratamiento de la enfermedad.
Sin duda, todos nos burlamos de la obesidad del personaje de junto, sin voltear a ver hacia nuestro cuerpo. Seguramente muchos no podríamos vernos más allá del tercer botón. Conste que fue solo un ejemplo.
Es hora de comprender que incluir, nos incluye a nosotros mismos, así que vámonos gustando y entendiendo al interior.
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