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La comida vegana puede salvar al planeta, a la humanidad y a los ecosistemas




Un derecho humano que es imprescindible para la vida, lo tenemos en el agua. Así lo indica la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que obviamente tiene en sus responsabilidades el vigilar que toda persona se beneficie del progreso socioeconómico y logre el pleno goce de sus derechos sin discriminación en función del género, edad, raza, idioma, religión, opiniones políticas (u otras) de origen nacional o social, propiedad, discapacidad, estatus de residencia (incluida la ciudadanía, inmigración, refugiado, apatridia, etcétera) o cualquier otro estado social, económico o político.


Entonces, para cumplir con lo expuesto en la agenda de la UNESCO, demanda una orientación centrada en las personas y en todo ser viviente del planeta Tierra, con un enfoque integrado en las dimensiones sociales, económicas, ambientales y de desarrollo sostenible, por lo que se requiere de algo fundamental: La consciente y sana alianza de gobiernos, industrias y sociedades ¿Quimérico? quizás, pero algo más que urgente y necesario de atender.


El alarmante estado —en cuanto a la salud de los ecosistemas— se observa principalmente en la falta de agua dulce y la brutal contaminación medioambiental. Por diversos medios (públicos y privados) se presentan como principales causas de tan miserable condición la tala descomunal de árboles; las emisiones y vertidos industriales a la atmósfera y a la hidrosfera; la extracción, procesamiento y refinamiento de combustibles como el petróleo, carbón y gas natural; la producción de energías con recursos fósiles y otras fuentes no renovables; el uso excesivo de automóviles y otros medios de transporte impulsados por hidrocarburos; el uso indiscriminado de plásticos y otros materiales derivados del petróleo, así como la liberación de objetos y tóxicos industriales no biodegradables en espacios naturales. Pero ¿lo anterior es lo que más nos debería inquietar en torno a este lamentable abanico de complicaciones ambientales? De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) la ganadería extensiva es la industria que más destruye praderas, bosques y selvas en todo el mundo, a lo que hay que agregar, que en la crianza y explotación de los productos derivados principalmente del ganado ovino, bovino o vacuno, porcino y de las aves, se requieren —cada día— miles de hectáreas para el cultivo de granos para alimentarlos, además, de que éstos (el ganado) beben millones de litros de agua que se requieren para mantenerlos y así producir la «comida» para poco más de 7,500 millones de individuos que habitamos la Tierra. A esto, habrá que sumarle la industria de la pesca, que entre sus lamentables efectos secundarios en sus procesos lucrativos, se encuentran la contaminación de ríos y mares y el exterminio a miles de especies marinas.

Pongamos un par de datos de la FAO. «Directa o indirectamente, a través del pastoreo o de la producción de cultivos forrajeros, la manufactura pecuaria ocupa aproximadamente el 30 por ciento de la superficie terrestre libre de hielo y es también una de las principales causas de la degradación del suelo y los recursos hídricos. De esta manera, la industria del ganado es uno de los principales responsables de los graves problemas medioambientales de hoy en día, más aún que los generados por la industria del transporte. Debido a la descomposición de materia orgánica, la ganadería es una de las principales fuentes de emisión de metano, un potente gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global. Para hacerse una idea de su alcance basta imaginar que, si tan sólo las vacas formaran un país, sería el tercero en emisiones de estos gases».

Pero su impacto medioambiental no se detiene ahí y llega hasta los bosques y el agua, ya que las selvas en Sudamérica están siendo taladas para plantar soja y crear pastos para el ganado. Así, en el proceso de elaboración de una hamburguesa de ternera de un cuarto de libra se consumen alrededor de 1,695 litros de agua. Pese a esos sorprendentes datos, la demanda de carne está aumentando. El Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura proyecta que crezca en un 76 por ciento hasta 2050, por lo que pagaremos un precio ambiental y humano muy alto, a menos de que se haga conciencia y se concrete un cambio en nuestra dieta diaria. La mejor solución la tenemos en la comida vegana.


Como una muestra de la responsabilidad de la comunidad de creadores, en éste y otros temas de bien común, los directores de cine y documentalistas Kip Andersen y Keegan Kuhn, produjeron en el 2014 el documental: Cowspiracy: The Sustainability Secret, impactante pieza de 91 minutos, en la que a través de entrevistas abordan las repercusiones que tiene para el medio ambiente el brutal consumo de carne, así como el inhumano silencio de gobiernos, ONG’s (que se supone vigilan a quienes dañan al planeta) e industrias —que en complicidad— devastan enormes cantidades de tierra a la vez que intoxican al planeta. Asimismo, advierten que se plantan cereales para el consumo de las diversas especies de ganado suficientes para dar de comer a la población mundial.


Entonces, un cambio global hacia una dieta vegana es vital para salvar al mundo del hambre, la escasez de combustible y los peores impactos del cambio climático. Tener en cuenta que el menú vegetariano es una forma poderosa y agradable de alcanzar una buena salud. El modo de comer vegetariano se basa en una amplia variedad de alimentos que sacian, están deliciosos y son sanos. Los vegetarianos evitan las carnes, los pescados y las aves. Quienes incluyen productos lácteos y huevos en su dieta se llaman ovo-lacto-vegetarianos. Los veganos (vegetarianos puros) no consumen carnes, pescados, aves, huevos ni productos lácteos. Aunque existe una ventaja considerable en el modelo ovo-lacto-vegetariano, las dietas veganas son las más saludables de todas, reduciendo el riesgo de un amplio abanico de problemas de salud y generando un enorme beneficio para los ecosistemas. Así que, menos carne y más conciencia.


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