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La Compañía Nacional de Danza se vistió de etiqueta

Cuando bailas, tu propósito

no es llegar a un cierto

lugar del suelo.

Es disfrutar cada paso que das.

Wayne Dyer


Por José Manuel Rueda Smithers


Para la Cultura Impar siempre será importante lo que se hace dentro del Instituto Nacional de Bellas Artes en todas sus áreas y que, sin lugar a dudas, merece la atención de los medios y, sobre todo, de su difusión.


Es el caso de la Compañía Nacional de Danza, que el 26 de noviembre celebró 58 años de trabajo, marcando pauta sobre cómo abrirse camino, no nada más para deleitar a quienes gustan de ese impresionante arte del movimiento corporal que pareciera no tener límites ni respetar la gravedad. Quienes conocen de danza, saben de la magia que representa un sacrificio de años y de muchas horas de trabajo sin descanso que, a final de cuentas, rinde frutos en cada puesta en escena.


La CND todo lo convierte en un espacio lleno de magia, de cultura y de historias que se cuentan con el movimiento. Actualmente se define “como una compañía que busca promover la contemporaneidad artística al impulsar la exploración de nuevas expresiones dancísticas a nivel nacional e internacional”.


Para sus festejos, por tres días realizaron su Programa de estrenos en diversas coreografías contemporáneas desarrolladas por reconocidos artistas internacionales.


Impermanente, de la coreógrafa Yazmín Barragán: estreno en homenaje a la primera bailarina Agustina Galizzi, quien ingresó a la CND en el 2000 y desde entonces se convirtió en una de sus integrantes más destacadas. Ahora, tras más de dos décadas de entrega se retira de los escenarios. Es una coreografía que, de manera conmovedora, celebra su trayectoria, acompañada por Sonata para violín y piano, de Johann Sebastian Bach, interpretada por el violinista Israel Torres Araiza y el pianista Carlos Gómez Matus.


Romanza, del estadounidense James Kelly, nos llevó a averiguar ¿qué pasa cuando la vida transcurre y uno se queda esperando? Permanecer inmovilizado a la espera de la pareja perfecta, del momento adecuado, de la oportunidad soñada o del trabajo ideal. Bajo esta premisa se desarrolla este intenso dueto, acompañado por música de Manuel M. Ponce.


Pasos, del argentino Marcos Ariel Rossi, obra compuesta por cinco solos acerca del encuentro con lo desconocido, mediante el impredecible danzar de la vida en cinco momentos —diferenciados por el uso de utilería, vestuario y música— en donde se adentra en caminos inesperados.


Y para cerrar, All long dem day, del alemán Marco Goecke, magnífico espectáculo nutrido del ritmo y la voz de Nina Simone, la diva del jazz, que con rápidos e intrépidos movimientos llevó hasta una sensación de fuegos artificiales. Primera vez que esta coreografía se escenificó en la Ciudad de México.


Vale decir que la Compañía Nacional de Danza tiene más de 100 trabajadores, entre ellos, seis maestros liderados por una régisseuse (dirección de escena), seis primeros bailarines, cuatro primeros solistas, ocho solistas, 12 corifeos y 40 bailarines en cuerpo de baile, entre otros.


De verdad, se recomienda asistir lo más que puedan al Centro Nacional de las Artes, ese bello monstruo que todos los días aporta algo bueno a la cultura y las artes de México.



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