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La responsabilidad de los Gobernadores ante la pandemia por COVID-19 en México



Por Mtro. Antonio Horacio Gamboa Chabbán.


Algunas autoridades federales han construido una historia de control de la pandemia, que con el paso de los días, ha evidenciado una falta de pericia y cuidado y ahora, en el descontrol, en medio de un ambiente de confusión, se le transfiere la responsabilidad a los Gobernadores.


En efecto, después de generar mensajes contradictorios a lo largo de 60 días, se presentan 3 diferentes situaciones, las grandes frustraciones, realidades y contradicciones.


Entre las grandes frustraciones destaca el haber domado la pandemia, el aplanamiento de la curva, curva que se está aplanando desde hace un mes, pero que dejará constancia con el paso de los años que todas las declaraciones de la autoridad fueron consistentes con una idea frustrada de la realidad. La luz al final de un tunel que paradójicamente cada vez está mas oscuro, así como la disponibilidad de camas, el uso del cubrebocas e inclusive la superstición de los científicos.


Entre las grandes realidades, la letalidad, el avance de la pandemia en el territorio nacional, los escenarios de hospitales saturados, la muerte de amigos, conocidos y familiares sin siquiera despedirlos. También está la realidad del hambre, de la pobreza, de la necesidad, de las deudas no pagadas.


La realidad dura de la violencia contra las mujeres, palabras, insultos, gritos, golpes, todo aquello que inclusive se llega a negar porque se tienen otros datos.


Las grandes contradicciones se tienen a la vista, quizá lo que algunos no sabemos interpretar es la dirección en el camino, si era para atrás o era para adelante, porque si íbamos para atrás, por supuesto que íbamos muy bien, pero con qué soltura, con qué seguridad, con qué flema!.


La confusión de las fechas ciertas en temas inciertos, la utilidad del cubrebocas que no se usa, la jornada de la sana distancia que ya concluyó en medio de momentos críticos de la pandemia en México, los llamados municipios de la Esperanza que ahora no lo son, como se ha perdido también la Esperanza que llevan como lema.


Las diferencias de nuestro país obligan a que el mensaje “quédate en casa” resulte ocioso para aquellos que salen a buscar su supervivencia en las calles, vendiendo fruta, ropa, tortas, tacos, realidades de un México que no se ha detenido.


Quedarse en casa representa morir de hambre, porque los apoyos que el Gobierno otorga, nunca llegan.


Los emprendedores sin ingresos y quebrados, que hoy se dedican a vender guantes, cubrebocas, medicinas, batas, las grandes contradicciones de una realidad que los obliga a buscar la supervivencia desde su casa.


Otros mas que han perdido su empleo y están intentando sobrevivir, buscando alguna alternativa laboral, la que sea, donde sea.


Aquellos que reniegan del Gobierno, pero que trabajan para el Gobierno, que reciben un salario que se ha visto mermado cada vez mas y que en muchos casos les obliga a tener alternativas de ingreso en negocios que se van dando poco a poco, porque ahora trabajar para el Gobierno representa un incentivo para tener una supervivencia individual.


Hoy el cubrebocas puede ser útil, pero puede no serlo, pero la jornada de sana distancia ya terminó, pero se recomienda mantenerla, momentos que no son momentos, frases que dejan de serlo y una pandemia que sigue siendo hoy, el centro del problema para el mundo entero, excepto para los recorridos de supervisión que en las circunstancias se ven forzadas ante unos, pero no ante todos.


La vida transcurre con reglas, muchas reglas para volver a una normalidad que no es normalidad, la diferencia es que ahora la responsabilidad en el mensaje histórico al pueblo lo tienen los Gobernadores, justo a unos meses de iniciar el proceso electoral de la elección mas grande de la historia de nuestro país.


Las autoridades estatales recibiendo la responsabilidad del manejo de los semáforos que están en rojo, pero pueden estar en verde, pero quizá mañana cambien, pero si no, mejor no salgan.

Aun no sabemos cuántos días pasarán para que la nuevas condiciones se normalicen en nuestras vidas, conociendo de cerca casos de contagio, de muerte, de desesperación, de tristeza y en estas circunstancias, veremos muchas cosas todavía que nos sorprenderán.


México no está preparado para salir a la calle, no estamos bien, ni vamos bien, es el sentir de muchas personas que al platicar con ellas, lo saben porque hoy ya no tienen dinero para comer.

Las grandes confusiones de la población que escucha a un presidente fuera de la realidad, población que se resiste a ser feliz, de haber perdido su empleo o haber quebrado su empresa, confusión que surge de ver a un presidente sin cubreboca, porque su fuerza moral le impide contagiar, que ante un sector de la población que pide algo que no va a suceder, mucho menos por esa vía, lo cual, convierte la protesta en un esfuerzo que hace desgastar la energía, pidiendo su dimisión, en un esfuerzo llamado golpista de aquellos que en el pasado intentaron el mismo camino con idéntico resultado, nulo.


La confusión de ver los semáforos en rojo, pero ver el inicio de una de muchas giras en los días subsecuentes por todo el país, motiva a algunos a concluir su parcial limitación de quedarse en casa y continuar su vida, inclusive a costa de su vida misma.


La confusión de la Secretaría de Economía al pretender regular a través de una Norma Oficial, un tema que le corresponde por definición constitucional y legal exclusivamente al órgano electoral, quizá hubiese sido peor si la publica la Comisión Federal de Electricidad con su probada experiencia electoral.


El sentido común nos indica que la confusión generada no es improvisada, la responsabilidad de los Gobernadores estará enfocada durante muchos meses en intentar que en los Estados bajo su responsabilidad no se genere un caos derivado del contagio, del declive económico con las consecuentes carencias e impactos sociales, políticos, de seguridad, la confusión generada está siendo el preámbulo de la campaña permanente que ya comenzó un poco antes del inicio de los tiempos electorales.


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