México ha sido identificado como el tercer mayor productor de opiáceos y metanfetaminas en el mundo, según el Informe Mundial sobre Drogas 2023 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Este informe coloca al país solo por detrás de Afganistán y Myanmar en la producción de estas sustancias. Esta situación plantea desafíos significativos en términos de salud pública y seguridad, tanto a nivel nacional como internacional.
El informe destaca que la producción de metanfetaminas a gran escala está concentrada en regiones donde el Estado de derecho es débil, principalmente en Myanmar y sus vecinos, así como en México. Desde estos puntos, se lidera la distribución hacia los mercados del este y sureste asiático y América del Norte.
La pandemia de Covid-19 ha exacerbado la situación, incrementando las dificultades económicas y haciendo que el cultivo de drogas ilícitas sea más atractivo para las comunidades rurales vulnerables. Además, la dinámica de los mercados globales ha influido en el aumento del área sembrada con amapola en México.
México es uno de los principales productores de goma de opio, la materia prima para la heroína. La concentración nacional de morfina en la goma de opio es del 16.1%, una ligera disminución respecto al periodo anterior. La mayor parte de esta producción se concentra en las regiones norte (Sinaloa, Chihuahua y Durango) y sur (Guerrero) del país.
La producción de metanfetaminas en México ha aumentado significativamente en los últimos años. Este incremento está vinculado a la presencia de laboratorios clandestinos en zonas rurales donde el control estatal es limitado. Las metanfetaminas producidas en México no solo abastecen el mercado local, sino también el de Estados Unidos, donde la demanda de estas sustancias es alta.
El gobierno mexicano ha intensificado sus esfuerzos para combatir la producción y distribución de drogas. En 2020, se erradicaron 11,747 hectáreas de amapola y se destruyeron numerosos laboratorios clandestinos. Sin embargo, estos esfuerzos han tenido un éxito limitado debido a la resiliencia y adaptabilidad de las organizaciones criminales.
Estados Unidos ha impuesto sanciones a integrantes del Cártel de Sinaloa, uno de los principales actores en el tráfico de fentanilo y metanfetaminas. La cooperación entre ambos países es crucial para abordar este problema transnacional de manera efectiva.
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