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Los valores, cuestión de cultura

¡Abrazaos millones de criaturas! ¡Que un beso una al mundo entero!

Hermanos, sobre la bóveda estrellada debe habitar un Padre amoroso…

Himno a la Alegría de Friedrich von Schiller escrito en 1785

Esta vez serán dos temas los que ocupen las letras en su intento por atrapar la lectura. Ambas son historias de vida real, que ayudan a entender el encuentro de caminos y que uno mismo decide. Lo que sigue, es responsabilidad personal. Ambas, tienen que ver con la cultura y la educación aprendidas en casa.


Una muestra la integridad y el compromiso; 50 años de una carrera sin mayores taches que las fallas de la falta de experiencia para aprender e ir haciendo las cosas bien.


La otra, tiene que ver con la oclocracia, una de esas formas de gobierno en las que se dice que las decisiones no las toma el pueblo sino la muchedumbre. Y que bien podría acercarse a otra carrera de más de 40 años, llena de puntos obscuros.


1) Letras de un pueblo con éxito, de agradecimiento y de honor:


La inmediatez de la información ahora también permite disfrutar de los triunfos de otros, por el solo hecho de que su imagen logra pasar, siempre arriba, llena de admiración de millones de personas.


Después de más de 16 años al frente del gobierno, será en los últimos días de septiembre de este año, cuando Ángela Merkel deje la posición de liderazgo como la mujer más poderosa del mundo y entregue la responsabilidad del gobierno de Alemania.

Ese país y su pueblo, están en las mejores condiciones de todos los tiempos.


Lo cierto es que la reacción de los alemanes no tuvo precedentes en la historia del País. Cuando hizo el anuncio, esta Científica en Química y Física, convertida en política, vivió en carne propia cómo la población salió a los balcones de sus casas y la aplaudió espontáneamente durante 6 minutos seguidos. Una ovación de pie a nivel nacional.


Sale del puesto después de dejar Alemania en la cima.

Nunca cambió su forma de ser.


Retomo una nota de hace tiempo, en que una periodista le preguntó a Merkel: Notamos que está usando el mismo traje, ¿no tiene otro? Ella respondió: "Soy una empleada del gobierno y no una modelo".


¿Tiene sirvientas que limpian su casa, le preparan la comida, etc.? Su respuesta fue: "No, no tengo sirvientes y no los necesito. Mi esposo y yo hacemos este trabajo en casa todos los días”.


Entonces otro periodista preguntó: ¿Quién lava la ropa? "Yo arreglo la ropa, y mi marido es el que maneja la lavadora, y suele ser de noche, porque hay luz eléctrica y no hay presión, y lo más importante es llevarse en la cama".


La Sra. Merkel vive en un apartamento normal como cualquier otro ciudadano. Vivió en este apartamento antes de ser elegida canciller de Alemania. Ella no lo abandonó y no es dueña casa, no tiene criados, piscinas, ni jardines.


2) Letras de un pueblo desconfiado, engañado, sin orden:

La segunda historia no llevará más que un nombre, pero muchas similitudes con la actualidad. Tiene que ver con Polibio, historiador griego que vivió casi 200 años antes de nuestra Era.


Tal vez era reportero 200 años antes de Cristo, en lugar de historiador.


Su obra Las Historias, consta de cuarenta volúmenes y fue escrita con un método riguroso basado en una estricta documentación y en su presencia en el lugar de los hechos que describe.

Fue, junto con Tucídides, uno de los primeros historiadores en excluir la acción divina entre las causas materiales y sus consecuencias.


Hace unos tres años, Excélsior publicó un artículo de Víctor Beltri -sin desperdicio dice uno cuando el escrito vale cada letra-.

Explicó que Polibio elaboró una clasificación de las formas de gobierno, advirtiendo sobre sus posibles degradaciones de acuerdo con las estructuras de poder. Monarquía, cuando el gobierno lo ejerce una sola persona; tiranía, cuando el poder unitario degenera y se pone al servicio de quien se asume como su dueño.


Aristocracia, cuando las funciones de gobierno las asumen unos cuantos, los mejores; oligarquía, cuando el gobierno recae sobre un grupo que tan sólo responde a sus propios intereses.


Democracia, cuando las decisiones de gobierno son tomadas por el pueblo que legitima al gobernante.


Y el tema que más llamó mi atención: Oclocracia, cuando las mismas decisiones no las toma el pueblo sino la muchedumbre, entendida por Polibio como el populacho que, manipulado por algunos actores, decide sin información suficiente lo que cree que le conviene.


¿Nos encontramos ahí los mexicanos?

¿Cómo calificamos las famosas e improvisadas consultas populares?

Habrá que estudiar más al respecto.



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