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Niños sicarios en México: La sombra de la violencia y el crimen organizado

Redacción Laura**



Una perturbadora tendencia está emergiendo en México a medida que el crimen organizado recluta cada vez más a menores en sus filas. Desde la desencadenante “guerra contra el narco”, los niños y adolescentes se encuentran rápidamente enredados en las redes de estos grupos criminales.


Según estadísticas, el 90% de los encarcelados en México tuvieron algún contacto con actividades delictivas antes de los 6 años. Esta alarmante realidad evidencia el ambiente en el que muchos menores crecen, expuestos a la desaparición, extorsión, homicidios y la precariedad económica.


La asociación civil Reinserta informó que, en promedio, los grupos criminales reclutan a menores de entre 12 y 15 años para sus organizaciones, y tener antecedentes familiares delictivos es un factor clave en su inclusión.


Más allá de las circunstancias sociales, las razones psicológicas y culturales también juegan un papel fundamental. Los jóvenes con baja autoestima, inmaduros y con problemas de control de impulsos son los blancos preferidos por estas organizaciones. La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) señaló que la exposición constante a la violencia en edades tempranas conduce a trastornos psicológicos severos, así como a sentimientos de alienación y exclusión.


Durante la adolescencia, cuando los jóvenes están formando su identidad, el reconocimiento y la socialización se vuelven esenciales, y estas necesidades pueden ser fácilmente explotadas por los grupos criminales. Además, una cultura que legitima la violencia exacerba el problema.


Dulce Fuentes Leal, de Reinserta, señaló en una entrevista con Publimetro la importancia de repensar cómo abordar este fenómeno desde la sociedad y el estado. Abogó por políticas públicas más efectivas, una supervisión más estricta de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) y un compromiso más fuerte con los sectores más vulnerables.


La atención al problema por parte de los políticos ha sido limitada. Pedro César Carrizales Becerra, conocido como El Mijis, fue uno de los pocos que llevó este tema al debate público. Sin embargo, su trágico asesinato en marzo pasado demostró las dificultades y riesgos asociados con la lucha contra el crimen organizado en México.


El auge del reclutamiento de niños en actividades delictivas resalta la urgente necesidad de abordar la violencia y el crimen en México desde una perspectiva multidimensional, poniendo especial énfasis en proteger a los más vulnerables.

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